martes, 27 de enero de 2009

No al powerpoint en conferencias internacionales


Las empresas que organizan conferencias internacionales suelen enviar a los participantes un folleto con los requisitos con que deben cumplir las disertaciones. Terrapinn es una de las empresas organizadoras de eventos más importantes a nivel internacional, y bajo el lema las conferencias son el show-business de los hombres de negocio, hace recomendaciones muy precisas acerca de la organización, el rol del coordinador, del expositor, la red de contactos, la asistencia, y por supuesto, también se refiere a las presentaciones de los expositores.

De hecho, entre las recomendaciones aparece una bastante inusual en el mundo
empresarial local: desalienta enfáticamente el uso del powerpoint como soporte de la presentación.

¿En qué se basa este rechazo al powerpoint?

Edward Tufte, un reconocido experto estadounidense en técnicas de presentación de información, en su libro The cognitive style of powerpoint hace las siguientes observaciones, citadas por Terrapinn para convencer a sus lectores:

1. Powerpoint está totalmente orientado al presentador (es su ayuda memoria) y no al contenido, o a la audiencia.

2. La limitación de espacio en las diapositivas conduce a generalizaciones superficiales, afirmaciones imprecisas, eslogans, evidencia ligera, y afirmaciones abruptas y débilmente argumentadas.

3. Como transmite poca información, la audiencia debe soportar una secuencia interminable de diapositivas.

4. Powerpoint es un competente organizador de diapositivas. Pero en vez de ser un complemento de la presentación, se ha convertido en su sustituto.


Se puede leer más sobre este tema acá

lunes, 26 de enero de 2009

¿Quién gana las discusiones?


Hace poco me encontré con el libro Cómo ganar discusiones, de Pablo da Silveira, que analiza la forma en que discutimos desde la perspectiva de la teoría de la argumentación. Esta teoría se interesa por la construcción de buenos razonamientos y por la forma en que impactan en el auditorio. El libro es excelente y brinda ejemplos concretos de cada caso lógico que analiza.

Me interesó la claridad con que plantea la cuestión desde la introducción. Dice así:

"Ganar una discusión no es lo mismo que tener razón ni perderla es sinónimo de estar equivocado. Con mucha frecuencia, el que consigue imponerse en un debate es simplemente el más habilidoso, el más experimentado o el que tiene una personalidad más avasallante (….) De todas maneras, debatir es el mejor método del que disponemos para aclararnos las ideas y para descubrir nuestros propios errores. Es además, una manera de incorporar puntos de vista diferentes, de considerar posibilidades que no se nos habían ocurrido, de beneficiarnos de lo que aprendieron otros.

Argumentar es una de las actividades típicas de lo que solemos denominar una sociedad democrática. Se argumenta en la política (…), en los negocios (…), entre empleados y patrones (…), se argumenta cuando se hace publicidad. (…)Sólo en una sociedad donde se aplica la ley del más fuerte no hay necesidad de argumentar o al menos todo se reduce a un único y repetido argumento que consiste en decir: Esto se hace así porque lo digo yo, y yo estoy en condiciones de imponer mi voluntad."

Aprender a desarrollar argumentos con una sólida base lógica y con un fuerte impacto en el interlocutor se convierte casi en un imperativo si lo que queremos es formar líneas de opinión certeras y tomar decisiones con buenas perspectivas de éxito.


Cómo ganar discusiones (o al menos cómo evitar perderlas)
Pablo da Silveira
Taurus, Buenos Aires, 2004

viernes, 23 de enero de 2009

Ideas para hacer crecer ideas


En el periódico New York Times, en la sección Opinión (Lesson Plans), un grupo de profesores de distintos niveles reseña sus experiencias en las primeras semanas de clase. La experiencia que relata Mathew Kay, uno de los profesores del equipo, es una alegoría sobre el ciclo vital de las ideas (nacimiento, crecimiento y propiedad) que puede ser aplicada en cualquier ámbito. Dice así:

Al principio, nuestros estudiantes se acercan tímidamente para hacer preguntas que a menudo son desordenadas e incoherentes. Pero cuando son alentados, se abren y ofrecen sus ideas incesantemente. Cada año, yo ilustro esto en todos los cursos el primer día de clase. Me pongo una gran pelota de goma debajo de mi camisa y represento el momento en que la doy a luz. Entre todos bautizamos a este niño mi idea. Luego hago que mi idea pase de mano en mano; pero estoy nervioso, y cuando a alguno se le cae, la atrapo y adopto la posición fetal para protegerla. Ellos se ríen. Después de un tiempo supero mi shock y aprendo a confiar en ellos otra vez, hago que la pelota circule suavemente, luego la arrojo a toda la clase para que cada uno pueda tocarla.

Hay dos moralejas en este juego: primero, uno no puede proteger su idea para siempre, y segundo, nuestras ideas crecen cuando, a través del diálogo y el debate, se les permite a otras personas dejar sus huellas en ellas.
Mathew Kay, Learning without a script,
New York Times, 14 de septiembre de 2008

Afilar el lapicero. Guía de redacción para profesionales



El discurso es una herramienta para comunicar conocimientos, para desarrollar la
actividad laboral, para fortalecer nuestra identidad profesional, para cumplir
nuestros deberes y para ejercer el poder. Economistas, juristas, ingenieros,
biólogos, médicos, físicos, investigadores, maestros, sociólogos, abogados…
¡todos trabajamos con el discurso!

Con esta frase, Daniel Cassany inicia su libro Afilar el lapicero, verdadero manual de referencia en torno a cómo enseñar a escribir o mejorar la escritura propia.

Salió publicado por Anagrama en diciembre del 2007, y si es necesario solicitarlo a un librero y esperar unos días para que el ejemplar llegue a nuestras manos, vale la pena hacerlo. Cassany es el autor de habla española más reconocido en el ámbito de la enseñanza de la escritura por sus notables reflexiones y experiencia, tanto académica como empresarial.

Todos sus libros son un excelente material de lectura y ponen a la escritura en el centro de las actividades laborales, como una habilidad que potencia el desarrollo de cualquier profesional. El enfoque es simple y llano, y fundamentalmente, acertado. En el fondo, nos obliga a reflexionar: Si al escribir no podemos comunicar coherentemente nuestros pensamientos, ¿por qué deberíamos esperar que aceptaran las conclusiones o recomendaciones que proponemos?

En su último libro Cassany hace un recorrido transversal por cuestiones centrales de la escritura: la figura del lector, la organización de la información, el estilo de escritura, la estructura de los documentos, etc. Definitivamente no defrauda al lector que se acerca siguiendo el subtítulo Guía de redacción para profesionales.