martes, 27 de octubre de 2009

El arte de liderar sin liderar, de conducir sin controlar


En muchos sentidos, la música es el arte de la armonía. Una orquesta en un equipo numeroso de intérpretes que necesariamente deben colaborar entre sí, estar atentos unos a otros y seguir, a la vez, el ritmo, la pauta y la interpretación que imprime el director.

El ex director israelí Itay Talgam dio en Oxford (julio 2009) una conferencia en la que analiza el estilo de conducción de seis directores célebres del siglo XX. Sus reflexiones son imperdibles, nos hacen pensar en la esencia del liderazgo y de la colaboración en cualquier ámbito donde nos estemos desarrollando.

Actualmente Itay Talgam dicta workshops en diferentes ciudades del mundo para ayudar a las personas a desarrollar el sentido de colaboración del músico y de liderazgo del director. En este video Itay demuestra claramente su hipótesis: el arte de conducir personas es permitir que cada una despliegue su talento personal en un contexto creativo y vital, hasta risueño.

¡Imperdible!


http://www.ted.com/talks/view/id/663

lunes, 26 de octubre de 2009

El divorcio en la argumentación o cómo romper enlaces


En un curso de oratoria que dicté hace unas semanas, ocurrió algo que siempre es bueno que ocurra, después de presentar los diferentes tipos de argumentos que según Perelman podemos utilizar.

La actividad práctica suponía que los participantes discutieran un tema polémico de la actualidad usando y pensando y reconociendo diferentes tipos de argumentos. Después del ejercicio y como una excelente conclusión, Ariel, un participante, hizo el siguiente comentario:

“Entonces, si uno escucha atentamente la forma del argumento, puede darse cuenta de cómo debe contraargumentarlo.”

Exacto. Ahí estaba el punto que yo, a decir verdad, había olvidado mencionar. En una discusión no sólo es importante qué se dice (para discutir) sino la manera en que elegimos presentar y construir ese argumento, porque en esa lógica se esconde la posible refutación.

En concreto, si elijo un argumento causal para discutir sobre la pobreza de los países de Sudamérica, del estilo

“los países sudamericanos son pobres porque sufrieron un proceso de colonización que destruyó toda su riqueza y cultura”,

habrá que buscar un contraargumento que rompa el enlace causal, ya sea porque no se trate de una causa suficiente, o porque aparezcan ejemplos que limiten el alcance de esa afirmación. Por ejemplo:

“Estados Unidos y Canadá también fueron colonias y sin embargo son países ricos, por lo tanto, esa causa no es suficientemente explicativa.”

O si discuto sobre un proyecto de deforestación y formo un argumento pragmático del estilo:

“Es imposible oponerse a la explotación forestal de la selva, si consideramos que la industrialización traerá empleo para los pobladores, más desarrollo económico para todo el pueblo y que reducirá la pobreza estructural que tenemos en la provincia”,

sería adecuado pensar en valores esenciales que se le opongan, o en consecuencias indeseadas de ese mismo pragmatismo (como una exageración de la premisa). Por ejemplo,

“tan importante es poder desarrollarnos y salir de la pobreza hoy en día, como garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar del mismo ambiente natural que disfrutamos hoy. A eso lo llaman hoy “sustentabilidad del negocio”, y esos parámetros, hasta ahora, no parecen haber sido considerados en el proyecto.”

Podríamos hacer una larga lista de ejemplos. De todas maneras, lo significativo es lo que descubrió Ariel: cada argumento tiene una lógica que establece enlaces entre diferentes elementos. Contraargumentar, necesariamente, implica romper esos enlaces y mostrar que hay incompatibilidad de elementos.
Y a todos los participantes del curso: ¡muchas gracias por todos sus comentarios!

jueves, 1 de octubre de 2009

El valor argumentativo de una pregunta (2° parte)

¿Por qué el acto de preguntar es tan significativo en una argumentación? A diferencia de las afirmaciones, las interrogaciones tienen la virtud de ser puertas que en una discusión podemos abrir, hacer girar violentamente o cerrar de un portazo.

Marafiotti en su libro Recorridos semiológicos distingue cinco tipos de preguntas: las retóricas, la pregunta trampa, la pregunta controversia, la contra pregunta y la pregunta de estilo.

Me pareció muy útil reproducir las mini definiciones que plantea el autor y brindar ejemplos que busqué en los diarios locales. El debate sobre la ley de medios audiovisuales en la Argentina me pareció un material muy rico por la profusión de posturas y de intervenciones que se registra en todos los medios de comunicación desde hace unos meses. Aquí vamos.

Preguntas retóricas

Dice Marafiotti: “Las preguntas retóricas inducen una respuesta, son una provocación para hacer que el interlocutor diga algunas cosas. Las respuestas están contenidas en las preguntas.”

Ejemplo:

¿Acaso en la Argentina alguien duda de que los medios audiovisuales están en manos monopólicas y de que la democracia se fortalecerá si estos monopolios son desarmados?

Como vemos, la respuesta a esta pregunta está contenida en su formulación. Es una afirmación rotunda, a menos que se desee establecer una postura que no tome los valores admitidos de democracia, libertad de prensa, acceso a la información, etc.

La pregunta trampa

Aquí Marafiotti señala: “La trampa más simple se refiere al enunciado de una pregunta que el interlocutor no puede responder”

Ejemplo:

Si lo que se busca es hacer transparente el mecanismo de acceso a los medios, ¿por qué las audiencias públicas solo se establecen para renovar licencias y no para adjudicarlas?

La pregunta, evidentemente, pone al interlocutor en una zona difícil argumentativamente, porque muestra una grieta en el proyecto o en los valores que dicen sostenerlo.

La pregunta controversia

Dice Marafiotti de las preguntas controversia: “Obligan al interlocutor a reaccionar violentamente. Son las preguntas que llevan tensión y conflicto. A diferencia de las preguntas trampa que pretenden dejar sin voz al interlocutor, estas desencadenan su vehemencia, poniéndolo a veces en descubierto”

Ejemplo:

¿Cómo un país que pudo juzgar a las juntas militares, una experiencia casi inédita en el mundo, y cambió su Constitución, no pudo darse una nueva ley de medios?

Esta pregunta tiene la potencia de abrir la polémica a un nuevo contexto, el histórico. Obliga al interlocutor y al auditorio a revisar toda la cronología y a pensar en explicaciones al respecto, dotando de nuevo sentido al conflicto.

La contrapregunta

Para Marafiotti: “Es una pregunta que responde a otra pregunta, sirve para esquivar. Permite diferir una respuesta argumentada. Es signo de una prudencia táctica.”

Periodista: -¿Por qué se limita en el Congreso la posibilidad de discutir el proyecto?
Funcionario: -¿80 foros realizados en todo el país a lo largo de dos años no es libertad para discutir el proyecto?
Periodista: -Yo no voté el foro Mapuche
.

Este diálogo, llevado adelante por un periodista y un funcionario del gobierno, muestra una estrategia muy usual en la polémica, pero poco fructífera argumentativamente: ninguna intervención responde con argumentos. Lo que hace es contraargumentar, inaugurar un tema nuevo que parece decirnos algo sobre la cuestión pero que en realidad establece desde el inicio el desacuerdo.

Las preguntas de estilo

De las preguntas de estilo Marafiotti señala: “Encuentran su refugio en los recursos vinculados a los valores. Dan cuenta de su función al aparecer al final de una exposición. Sirven de cierre, de frase conclusiva. Estas preguntas pertenecen al viejo arsenal de los recursos retóricos. Interrogan en nombre de una conciencia universal para juzgar y sancionar un hecho o idea.”

Es muy frecuente el uso de estas preguntas en los finales de programas periodísticos o editoriales de diarios, y tienden a mostrar una fuerte marca ideológica. Así, en relación con este tema, de un bando podríamos escuchar a un periodista decir al final de su programa:

¿no estaremos firmando con esta ley el acta de defunción de los medios de comunicación?

y a otro, del bando opuesto,

¿no será que en el fondo la libertad de prensa que reclaman algunos grupos mediáticos no es otra cosa que una ansiada libertad de negocios, para que sean cada vez más y más redituables?