jueves, 1 de octubre de 2009

El valor argumentativo de una pregunta (2° parte)

¿Por qué el acto de preguntar es tan significativo en una argumentación? A diferencia de las afirmaciones, las interrogaciones tienen la virtud de ser puertas que en una discusión podemos abrir, hacer girar violentamente o cerrar de un portazo.

Marafiotti en su libro Recorridos semiológicos distingue cinco tipos de preguntas: las retóricas, la pregunta trampa, la pregunta controversia, la contra pregunta y la pregunta de estilo.

Me pareció muy útil reproducir las mini definiciones que plantea el autor y brindar ejemplos que busqué en los diarios locales. El debate sobre la ley de medios audiovisuales en la Argentina me pareció un material muy rico por la profusión de posturas y de intervenciones que se registra en todos los medios de comunicación desde hace unos meses. Aquí vamos.

Preguntas retóricas

Dice Marafiotti: “Las preguntas retóricas inducen una respuesta, son una provocación para hacer que el interlocutor diga algunas cosas. Las respuestas están contenidas en las preguntas.”

Ejemplo:

¿Acaso en la Argentina alguien duda de que los medios audiovisuales están en manos monopólicas y de que la democracia se fortalecerá si estos monopolios son desarmados?

Como vemos, la respuesta a esta pregunta está contenida en su formulación. Es una afirmación rotunda, a menos que se desee establecer una postura que no tome los valores admitidos de democracia, libertad de prensa, acceso a la información, etc.

La pregunta trampa

Aquí Marafiotti señala: “La trampa más simple se refiere al enunciado de una pregunta que el interlocutor no puede responder”

Ejemplo:

Si lo que se busca es hacer transparente el mecanismo de acceso a los medios, ¿por qué las audiencias públicas solo se establecen para renovar licencias y no para adjudicarlas?

La pregunta, evidentemente, pone al interlocutor en una zona difícil argumentativamente, porque muestra una grieta en el proyecto o en los valores que dicen sostenerlo.

La pregunta controversia

Dice Marafiotti de las preguntas controversia: “Obligan al interlocutor a reaccionar violentamente. Son las preguntas que llevan tensión y conflicto. A diferencia de las preguntas trampa que pretenden dejar sin voz al interlocutor, estas desencadenan su vehemencia, poniéndolo a veces en descubierto”

Ejemplo:

¿Cómo un país que pudo juzgar a las juntas militares, una experiencia casi inédita en el mundo, y cambió su Constitución, no pudo darse una nueva ley de medios?

Esta pregunta tiene la potencia de abrir la polémica a un nuevo contexto, el histórico. Obliga al interlocutor y al auditorio a revisar toda la cronología y a pensar en explicaciones al respecto, dotando de nuevo sentido al conflicto.

La contrapregunta

Para Marafiotti: “Es una pregunta que responde a otra pregunta, sirve para esquivar. Permite diferir una respuesta argumentada. Es signo de una prudencia táctica.”

Periodista: -¿Por qué se limita en el Congreso la posibilidad de discutir el proyecto?
Funcionario: -¿80 foros realizados en todo el país a lo largo de dos años no es libertad para discutir el proyecto?
Periodista: -Yo no voté el foro Mapuche
.

Este diálogo, llevado adelante por un periodista y un funcionario del gobierno, muestra una estrategia muy usual en la polémica, pero poco fructífera argumentativamente: ninguna intervención responde con argumentos. Lo que hace es contraargumentar, inaugurar un tema nuevo que parece decirnos algo sobre la cuestión pero que en realidad establece desde el inicio el desacuerdo.

Las preguntas de estilo

De las preguntas de estilo Marafiotti señala: “Encuentran su refugio en los recursos vinculados a los valores. Dan cuenta de su función al aparecer al final de una exposición. Sirven de cierre, de frase conclusiva. Estas preguntas pertenecen al viejo arsenal de los recursos retóricos. Interrogan en nombre de una conciencia universal para juzgar y sancionar un hecho o idea.”

Es muy frecuente el uso de estas preguntas en los finales de programas periodísticos o editoriales de diarios, y tienden a mostrar una fuerte marca ideológica. Así, en relación con este tema, de un bando podríamos escuchar a un periodista decir al final de su programa:

¿no estaremos firmando con esta ley el acta de defunción de los medios de comunicación?

y a otro, del bando opuesto,

¿no será que en el fondo la libertad de prensa que reclaman algunos grupos mediáticos no es otra cosa que una ansiada libertad de negocios, para que sean cada vez más y más redituables?

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