Cuando redactamos, muchas veces tenemos dudas sobre el género del sustantivo que usaremos para referimos a un grupo integrado por hombres y mujeres. ¿Deberíamos decir señores y señoras, o simplemente señores? ¿Auditores y auditoras para referirnos a un equipo de trabajo, o bien auditores?
Por regla general, el español construye el plural genérico de sus sustantivos en masculino. De esta manera, si en una carta encontramos el texto “les enviamos a nuestros clientes el nuevo folleto” entendemos que el grupo de clientes está integrado por hombres y mujeres (clientes y clientas), y por lo tanto, no necesitamos hacer una explicitación.
Sin embargo, cuando realizamos una interpelación directa a un destinatario mixto, se prefiere la distinción: compañeros y compañeras, señores y señoras. En general esta diferenciación es pertinente y necesaria en situaciones de comunicación oral de modo que el destinatario específico se sienta convocado.
En el libro La escritura rentable aparecen algunas recomendaciones muy útiles en torno a este tema. Las reproduzco:
"En las últimas décadas se ha desarrollado también una especial sensibilidad hacia el llamado lenguaje sexista, que consiste en la manifestación de una discriminación hacia las mujeres en las palabras y construcciones sintácticas. Por este motivo, al redactar un escrito es conveniente tener en cuenta los siguientes principios:
1. Es importante cuidar el lenguaje a la hora de designar una colectividad integrada por varones y mujeres. Hay varias formas de designar los colectivos mixtos:
- Podemos emplear el masculino genérico (el hombre, los profesores, los niños, etc.)
- Podemos emplear el nombre genérico que engloba a ambos sexos (la humanidad, el profesorado, la infancia, etc.)
- Podemos emplear construcciones dobles del tipo señor/a o chicos y chicas, aunque es preferible no abusar de ellas porque su uso reiterado puede cargar el texto.
2. Muchas profesiones desempeñadas tradicionalmente por hombres son ahora compartidas por ambos sexos. Por eso el lenguaje ha desarrollado para estas actividades nombres femeninos que debemos incorporar a nuestra lengua (médica, directora, embajadora, gobernadora, concejala, presidenta, gerenta, etc.)
3. El tratamiento de señorita se utilizaba para hacer referencia al estado civil de soltera de una mujer, en contraposición a señora, que se usaba para denominar a una mujer casada. Sin embargo, al hombre se le llamaba señor y no señorito aunque fuera soltero. Para evitar esto, es preferible utilizar señora y señor para referirnos a una mujer o a un hombre respectivamente."
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