El desarrollo de nuevas tecnologías de información y de comunicación (TICs) es un mundo fascinante e infinito. Hace unas semanas, en un seminario dictado por la profesora Hebe Gargiulo (de la Universidad Nacional de Córdoba) surgió una discusión en relación con los programas que usamos para “hacer” y “exponer” presentaciones orales. Las críticas al powerpoint son ya archiconocidas, pero creo que pensar que al cambiar de soporte eliminamos los problemas, es una utopía tecnológica: nuestra utopía moderna.
Desde hace varios años se vienen desarrollando en distintas ciudades del mundo los festivales Pecha Kucha 20 x 20, que se iniciaron en Japón en el año 2003. La idea fundamental de estos eventos es compartir el trabajo de diversos profesionales a lo largo de una noche y para ello era fundamental hacer presentaciones concisas y simples.
El formato 20 x20 consiste en la proyección de veinte imágenes por veinte segundos, que le permiten al orador hacer una presentación de seis minutos, 40 segundos. En general, los presentadores vienen del campo de la arquitectura, la fotografía y el arte. Y este dato a mi parecer, es definitorio.
Pecha Kucha supone el talento de conceptualizar en imágenes: de allí que fotógrafos, poetas o cineastas encuentren en este medio un potencial enorme. La presentación Minor urban disasters, del artista israelí Ariel Schlesigner, es una fabulosa demostración del alcance de este medio en relación a una presentación. Las fotografías condensan múltiples sentidos y el artista se "limita" a contar cómo hizo su trabajo. La narración permite hilvanar las imágenes, pero cada imagen dispara sentidos sobre la vida urbana moderna, que parece estar construida -nos dice esta presentación- sobre la base de paradojas, ironía, y yuxtaposición de elementos que no encajan.
Desde hace varios años se vienen desarrollando en distintas ciudades del mundo los festivales Pecha Kucha 20 x 20, que se iniciaron en Japón en el año 2003. La idea fundamental de estos eventos es compartir el trabajo de diversos profesionales a lo largo de una noche y para ello era fundamental hacer presentaciones concisas y simples.
El formato 20 x20 consiste en la proyección de veinte imágenes por veinte segundos, que le permiten al orador hacer una presentación de seis minutos, 40 segundos. En general, los presentadores vienen del campo de la arquitectura, la fotografía y el arte. Y este dato a mi parecer, es definitorio.
Pecha Kucha supone el talento de conceptualizar en imágenes: de allí que fotógrafos, poetas o cineastas encuentren en este medio un potencial enorme. La presentación Minor urban disasters, del artista israelí Ariel Schlesigner, es una fabulosa demostración del alcance de este medio en relación a una presentación. Las fotografías condensan múltiples sentidos y el artista se "limita" a contar cómo hizo su trabajo. La narración permite hilvanar las imágenes, pero cada imagen dispara sentidos sobre la vida urbana moderna, que parece estar construida -nos dice esta presentación- sobre la base de paradojas, ironía, y yuxtaposición de elementos que no encajan.
Pero hoy también se utiliza esta modalidad en el mundo de los negocios. Y allí habría que pensar bien en qué contextos esto podría ser beneficioso. De lo contrario, podemos repetir los principales problemas que trajo el uso erróneo del powerpoint: llenarnos de imágenes reduccionistas y sustituir el análisis, la reflexión y la evaluación (por ejemplo, para la toma de decisiones), por el impacto visual a la manera de un comercial publicitario.
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