lunes, 19 de julio de 2010

Los peligros de la "cooperación interpretativa"

Cuando leemos, muchas veces nos llama la atención la amplia posibilidad de interpretaciones que puede ofrecer un mismo texto. Y no me refiero a textos propios de la literatura, campo privilegiado del juego de sentido. Hablo más bien de textos empresariales que por su definición están vinculados a la toma de decisiones o a la ejecución de acciones. Por ejemplo, la redacción de propuestas de contratación, actas o contratos propiamente dichos.


¿Es deseable que alguno de estos textos permita interpretaciones diversas? Definitivamente, no. ¿Por qué? Porque el género discursivo al que pertenecen, diría M. Bachtin –especialista en estos temas- delimita claramente: lo que espera el autor y el lector, el modo de plantear el comienzo y el cierre, el tema a tratar, los modos de incluir la palabra de los otros, el registro formal, y hasta la sintaxis y el léxico.

Y sin embargo, ¿por qué siguen apareciendo situaciones de ambigüedad? Uno podría decir que están originadas en un uso inadecuado de la lengua, en sentido amplio. Posiblemente sea así. Sin embargo me interesa llamar la atención sobre otro punto: es muy común que ante un texto con errores de este tipo, el lector “colabore” y complete la información que falta, o reinterprete las frases que son ambiguas.

Sabemos que esta colaboración es peligrosa: puede hacer que tomemos decisiones desafortunadas, o que ejecutemos una acción de manera equivocada. Pero hay otra arista interesante: esta colaboración surge de manera espontánea y hace que no nos detengamos en el error, que a veces ni siquiera lo percibamos como tal. Es natural que colaboremos con el texto, interpretando y reponiendo lo que la palabra no nos dice pero insinúa.

Y esta colaboración, esta “cooperación interpretativa” (así la llama Umberto Eco) es fundamental en muchos géneros discursivos y propia del proceso mismo de leer: desde el periodismo a los textos académicos y literarios, entre otros. Pero no parece muy pertinente en los textos que comentamos, puesto que pone en duda el corazón del documento: una propuesta, acta acuerdo o instrucción debe indicar al lector qué hacer, de qué manera y en qué plazo, sin lugar a dudas ni a dobles interpretaciones.