La caja de herramientas que Stephen King propone en su libro On writing tiene tres niveles. En el primer nivel, como conté en el post anterior, SK recomienda llevar el vocabulario y toda la gramática. En el segundo, todo lo concerniente a la forma y el estilo (el uso de adverbios, gerundios, frases pasivas, tipos de verbos, extensión de las frases, etc.). Pero dentro de este universo de elementos lingüísticos SK se detiene especialmente en uno: el párrafo.
Dice así:
“Yo diría que el párrafo, y no la oración, es la unidad básica de la escritura –el lugar donde la coherencia empieza y las palabras tienen la posibilidad de convertirse en algo más que palabras. Si es el momento de acelerar la narración, la aceleración aparecerá en el nivel del párrafo. Es un instrumento maravilloso y flexible que puede constar de una sola palabra, o correr a lo largo de varias páginas.”
El párrafo es para SK el latido y la respiración de la escritura, la base de su ritmo.
¿Qué ocurre con el párrafo en un texto expositivo? ¿Es tan importante como lo es en la escritura de ficción?
Desde su perspectiva, lo es. Un lector puede darse cuenta de si un texto es fácil o difícil de leer por la cantidad y extensión de párrafos, y de espacios en blanco (más párrafos, más espacios en blanco, más fácil su lectura). Y agrega:
“En la prosa expositiva, los párrafos pueden (y deberían) ser prolijos y utilitarios. El párrafo expositivo ideal contiene una oración temática seguida por otras que la amplifican o explican.”
Y también el ritmo en la escritura expositiva es importante. Sólo que aquí se logra no por el pulso interno del relato, sino a partir de la combinación de oraciones simples con oraciones más extensas; y de párrafos breves (únicamente la idea central) con párrafos más extensos.
Como siempre, el Sr. King es un gran maestro.
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