lunes, 26 de octubre de 2009

El divorcio en la argumentación o cómo romper enlaces


En un curso de oratoria que dicté hace unas semanas, ocurrió algo que siempre es bueno que ocurra, después de presentar los diferentes tipos de argumentos que según Perelman podemos utilizar.

La actividad práctica suponía que los participantes discutieran un tema polémico de la actualidad usando y pensando y reconociendo diferentes tipos de argumentos. Después del ejercicio y como una excelente conclusión, Ariel, un participante, hizo el siguiente comentario:

“Entonces, si uno escucha atentamente la forma del argumento, puede darse cuenta de cómo debe contraargumentarlo.”

Exacto. Ahí estaba el punto que yo, a decir verdad, había olvidado mencionar. En una discusión no sólo es importante qué se dice (para discutir) sino la manera en que elegimos presentar y construir ese argumento, porque en esa lógica se esconde la posible refutación.

En concreto, si elijo un argumento causal para discutir sobre la pobreza de los países de Sudamérica, del estilo

“los países sudamericanos son pobres porque sufrieron un proceso de colonización que destruyó toda su riqueza y cultura”,

habrá que buscar un contraargumento que rompa el enlace causal, ya sea porque no se trate de una causa suficiente, o porque aparezcan ejemplos que limiten el alcance de esa afirmación. Por ejemplo:

“Estados Unidos y Canadá también fueron colonias y sin embargo son países ricos, por lo tanto, esa causa no es suficientemente explicativa.”

O si discuto sobre un proyecto de deforestación y formo un argumento pragmático del estilo:

“Es imposible oponerse a la explotación forestal de la selva, si consideramos que la industrialización traerá empleo para los pobladores, más desarrollo económico para todo el pueblo y que reducirá la pobreza estructural que tenemos en la provincia”,

sería adecuado pensar en valores esenciales que se le opongan, o en consecuencias indeseadas de ese mismo pragmatismo (como una exageración de la premisa). Por ejemplo,

“tan importante es poder desarrollarnos y salir de la pobreza hoy en día, como garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar del mismo ambiente natural que disfrutamos hoy. A eso lo llaman hoy “sustentabilidad del negocio”, y esos parámetros, hasta ahora, no parecen haber sido considerados en el proyecto.”

Podríamos hacer una larga lista de ejemplos. De todas maneras, lo significativo es lo que descubrió Ariel: cada argumento tiene una lógica que establece enlaces entre diferentes elementos. Contraargumentar, necesariamente, implica romper esos enlaces y mostrar que hay incompatibilidad de elementos.
Y a todos los participantes del curso: ¡muchas gracias por todos sus comentarios!

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